La vida puede ser fácil. Pero somos nosotros, los seres humanos, los que la complicamos. Si tú haces una lista de las últimas 25 discusiones que tuviste en el trabajo, en la casa, en el colegio o en la calle y las analizas, verás que la mayoría de ellas podrían haber sido evitadas. El consejo divino es: No discutas por motivos banales, no pierdas amistades valiosas por decir palabras agresivas en un momento de rabia.

 

 

 

Controla tu mente, tu corazón y tu lengua, y serás más feliz. Tú puedes destruir la amistad de toda una vida en un instante. Recuperarla será difícil. El libro de Proverbios es una especie de código moral de conducta. Fuera de contexto, podría ser visto de ese modo. Pero, si se analiza desde la perspectiva del todo, los proverbios son una descripción de la manera como se conducen las personas sabias. Los principios de vida presentados por Salomón, no son para ser vividos sobre la base de una obligación. Nada en la Biblia es obligatorio. El tema central, junto a la salvación, es la libertad; ateniéndose, por supuesto, a las consecuencias de las decisiones que hacemos. En Jesús, tú encuentras el poder necesario para vivir voluntariamente los principios que él coloca en el corazón. Tú eres libre. La elección es tuya.

 

 

 

El modo sabio de vivir que presentan los proverbios, es el resultado natural de algo que ocurre dentro tuyo. Cuando reconoces tus limitaciones como criatura y vas en actitud humilde a Jesús y a su Palabra con el deseo de aprender, tú ganas. Haz de este día un día de decisiones sabias y productivas. Cuida tu mente, tu corazón y también tus palabras. Valoriza las amistades, no las desperdicies por causa de discusiones tontas. Si por algún motivo tú sientes que eres derrotado en algún momento, levanta la cabeza, tómate del brazo poderoso del Padre y continúa adelante. Solo es realmente derrotado quien deja de luchar. Y no olvides hoy que: “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar”.